El juego..
Una ciudad cualquiera a pleno día.
Un descampado.En el interior de un coche abandonado, un niño y una niña. Él tiene ocho años. Ella siete. Él se llama Alfredo. Ella Isabel. Estudian juntos. Son amigos. Viven cerca y cojen el autobús en la misma parada. Están en el recreo. Él ha ido a buscarla. Ella ha sonreido. Han bajado al patio. Han salido del colegio. Han dado un paseo. Han descubierto un coche abandonado. Él ha entrado primero. Se ha sentado al volante. Le ha dicho a ella que suba. Han cerrado las puertas. Él simula que conduce. Ella le mira. El cielo empieza a estar nublado.
- Bruuum, brum bruuum - grita él sobre el volante-. ¡Agárrate Isabel! Vamos por la autopista a cien por hora, brum brum, a ciento treinta, bruuum, ciento cuarenta, nos persigue un policía, bruuum, acabamos de robar un banco...nos va a alcanzar...
- ¿Acabamos de robar un banco? - pregunta ella -. No es bueno robar, Alfredo... Mamá dice que no es bueno, que es pecado...
- Bahhh... Tonterías - dice él -. Los padres son siempre aburridos. Sólo saben trabajar, reñir, comer... Olvídate ahora de ellos ¿vale? Nos persigue un policía... cada vez está mas derca, bruuum, brum brum, bruuuuuum... hay que escapar...
-Tenemos que volver, Alfredo, se está terminando el recreo, ya vendremos otro día...
- ¡No pasará nada! - grita él -. Casi todos los chicos llegan tarde. Y este coche es estupendo... bruuuum, brum, brum, bruuuuuuuum...
- Pero tenemos que volver, Alfredo, estamos lejos. Y ademas se está nublando, está a punto de llover, mira esas nubes... nos vamos a empapar.
- Bahh... las mujeres... siempre estáis igual, siempre llorando... No servís para otra cosa.
- No es verdad, Alfredo, sabes que no es cierto.
- Pues deja de llorar ya de una vez - dice él - ¡Y agárrate!
- No estoy llorando, Alfredo ¿Me has visto llorar alguna vez? Dilo:¿me has visto llorar?
- Sí, te he visto llorar. Cuando te rompiste la pierna a saltar la presa el oro invierno, por ejemplo.
- No es justo, Alfredo, aquello fue distinto. Me refería a llorar a lo tonto, sin motivo. Aquel día me hice daño, tú lo sabes, me tuvieron que escayolar luego la pierna...
- Bueno da lo mismo - dice él -. Yo me quedo un rato. Tú vete si quieres... Brum, brum brum, bruuum...
Ella sale del coche y mira al cielo. Está por momentos más oscuro. Encapotado de enormes nubes grises. Él sigue al volante. Acaba de robar un banco. Le persigue un policía. Cada vez está mas cerca. El suelo del coche está lleno de jeringuillas, de latas de cerveza. En el asiento trasero hay una chaqueta. Ella mira al suelo. Su vista se detiene en una mancha oscura. Se acerca. Se agacha. Es un trozo de jamón lleno de hormigas. Corren sobre él en todas direcciones. No hay ninguna quieta. Él mira por el retrovisor del coche y descubre la chaqueta en el sillón trasero. Se olvida del policía. Se da la vuelta. La coje. Hurga en los bolsillos. Ella siente una gota de agua en su cabeza. Se levanta. Mira al cielo. Otra gota. En la cara. Está lloviendo. Pisotea el trozo de jamón lleno de hormigas. Vuelve a entrar en el coche.
- ¿Lo ves? Te lo decía. Se ha puesto a llover. Nos vamos a empapar.
- No tenemos por qué ir corriendo a clase - dice él -. Todos los niños llegan tarde alguna vez. Y nunca pasa nada.
- ¿Pero qué hacemos aquí? - pregunta ella -. Este coche da asco, míralo, está lleno de porquería... latas vacías... jeringuillas... seguro que vive dentro algún enfermo... Será mejor que volvamos aunque llueva.
- Mira lo que encontré en esta chaqueta, Isabel - dice él sonriendo malignamente -: una navaja. Estaba en el bolsillo. Asique no me lleves la contraria. Puedo clavártela en la tripa...
- Guarda eso, Alfredo, y vámonos. Tenemos que volver a clase.
- Te he dicho que no me lleves la contraria. Puedo matarte. No es difícil, lo he visto en las películas... Un pinchazo en la tripa y se acabó...
- Deja de hacer el tonto y guarda eso, Alfredo. No me gusta que me apuntes con ella... Ni que me mires así... No me gustan estos juegos.
- Esto no es un juego, Isabel. Voy a matarte. Estamos solos. Te dejaré aqui y jamás encontrarán tu cuerpo... A menos que seas buena...
- Alfredo - dice ella -. Yo me voy. Vuelvo al colegio. Tú haz lo que quieras.
Ella se dispone a abrir la puerta. Él agarra su brazo y le pone la navaja en el cuello. La mira furioso. Está lloviendo. Ella comienza a tener miedo. Afuera un montón de hormigas pisoteadas flotan sobre un charco.
- No te muevas, Isabel, no quiero enfadarme... ¿Quieres morir? ¿Que te clave la navaja?
Ella le mira cada vez mas asustada y llora.
- ¿Qué te pasa? - le pregunta -. ¿Por qué haces esto? Me das miedo...
- ¡Quiero que te quites la ropa! - grita él -. ¡Vamos, obedece!
- ¿Para qué? - pregunta ella -. ¿Qué quieres hacer?
- Desnudate ahora mismo o no sales de aquí, Isabel. Y deja de llorar ya de una vez. Te las dabas de valiente ¿no es así? Hace un momento... decías que tú nunca llorabas... ¡Quiero ver cómo te desnudas! Lo he visto en la tele... Ella se desnuda y él la mira... Asique venga ¡quítate la ropa, vamos!
- Se lo voy a decir a mis padres, Alfredo - dice ella lorando -. Se lo pienso decir, ya verás...
- ¡No vas a decir nada! - grita él -. Si lo haces te arrepentirás. Te mataré otro dia. Asique venga ¡desnúdate!
- Por favor Alfredo, déjame...
- ¡Desnudate!
Ella llora y tiembla. Se quita el jersey. La camiseta. Afuera llueve. Tiene frío. Se desabrocha la falda. Se agacha. Va a desatarse los zapatos. él la mira y empuña en su mano derecha la navaja. Ella se quita un zapato. Ve una jeringuilla. La coge y disimula. Él no la ve. La aguja de la jeringuilla entra en su ojo. Se le nubla la vista. Suelta la navaja. Grita. Se retuerce en el sillón del coche de dolor.
- Sólo era un juego, Isabel, sólo era un juego...
Ella no escucha. Recoge del suelo la navaja y se la clava frenéticamete en el pecho, en las piernas, en la espalda. Él deja de gritar. Cae sobre el volante. No se mueve. Está lleno de sangre. Ella también. Baja del coche. Llueve. Tira la navaja. Está medio desnuda. Tiene frío. Llora. Regresa corriendo hacia el colegio. La hierba está mojada. Dos cigüeñas pasan volando a escasos metros sobre el coche. Las nubes cada vez están más bajas.
Este relato, como tantos otros, se inspira en hechos reales.
Sólo hay que hojear cada mañana el periódico para encontrar casos así.
Sin darnos cuenta, el sistema y la televisión dominan nuestras mentes.
- Vicente Muñoz -
(MONOGRÁFICO.NET)
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